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Asamblea de Hermanos en Vegueta|Iglesia Cristiana Evangélica | "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que en el que él crea, no se pierda mas tenga vida eterna" Juan 3:16

NOSOTROS


A.  La Biblia

1.     Creemos que el Antiguo Testamento (libre de libros apócrifos), junto con el Nuevo Testamento completan la Revelación de Dios al hombre mediante las Sagradas Escrituras, Jd.1:3. Así mismo creemos que esta Sagrada Escritura es la infalible Palabra de Dios que Él mismo inspiró por la acción de su Santo Espíritu. 2Tm.3:16; 2Pd.1:21
2.     Creemos que la Biblia es la autoridad máxima y última a la que se puede apelar o recurrir en lo concerniente a la Fe y conducta del creyente. (Mt.4:4, 7, 10; 5:18; 2Tm.3:16-17), y así es que asumimos por fe que es inerrante en sus escritos originales, y que Dios, en su providencia divina la ha preservado para guiar a su Pueblo. Sal.111:7-8; Is.30:8.
3.     Creemos que aunque los autores humanos (desde sus respectivas culturas y experiencias) usaron sus particulares vocabularios y estilos literarios, el Espíritu Santo les supervisó y guío perfectamente para garantizar y certificar que dichos autores humanos escribieran con precisión lo que Él quería que escribieran, sin error u omisión. (2Pd.1:21).
B.  Dios
1.     Creemos en un solo y único Dios verdadero, quien es Creador y Sustentador de todo cuanto existe. (Dt.6:4; Col.1:16; Hb.1:2-3).
2.     Creemos que se ha revelado en tres Personas distintas – Padre, Hijo, y Espíritu Santo (2Co.13:14; Mt.28:19), siendo en realidad un solo y único Dios en esencia, presencia, y gloria (Jn.10:30).
3.     Creemos que Dios es Espíritu, Jn.4:24; y que es Eterno, Is.40:28; Sal.90:2. Que su poder y entendimiento son infinitos, 1Ry.8:27; 2Cró.2:6; 6:18; Sal.147:5; Jr.23:24, y su grandeza, inescrutable, Sal.145:3; 147:5; 1Tm.1:17. Que es soberano Sal.93:1, inmortal, invisible y que habita en Luz Inaccesible, 1Tm.6:15-16
4.     Creemos que Dios es omnisciente (Sal.139:1-6), omnipresente (Sal.139:7-13), omnipotente (Ap.19:6), inmutable, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación, (Mal.3:6; Hb.13:8; Stg.1:17).
5.     Creemos que Dios es Santo (Is.6:3), Justo (Dt.32:4) y Recto (Éx.9:27).
6.    Creemos que Dios es amor (1Jn.4:8), compasivo (Ef.2:8), misericordioso (1Pd.1:3), y bondadoso (Rm.8:28).
C.   Jesucristo
1.     Creemos en la deidad del Señor Jesucristo. Que Él es Dios encarnado, Dios en forma humana, la imagen misma del Padre, quien sin dejar de ser Dios, se hizo hombre para poder revelar a Dios y proveer a la humanidad los medios de salvación (Mt.21; Jn.1:18; Col.1:15)
2.     Creemos que Jesucristo fue concebido en el vientre de una virgen llamada María, por obra del Espíritu Santo y que nació en Belem en días del Rey Herodes; que Él es verdaderamente Dios, Jn.20:28; Rm.9:5; Tit.2:13; 1Jn.5:20; y verdaderamente hombre, Jn.1:14; Rm.1:3; Gá.4:4; Fil.2:8;1Tm.2:5; que vivió una vida perfecta y sin pecado, (1Pd.2:22; Jn.8:46), y que todas Sus enseñanzas son verdaderas (Mt.1:23; Jn.1:17; 8:40, 44-46;14:6)
3.     Creemos que la muerte del Señor Jesucristo en la cruz fue un sacrificio vicario,  (en sustitución o en lugar y a favor de la humanidad), (Is.53:5-6; 1Pd.2:24; 1Jn.2:2;).
4.     Creemos que la muerte sustitutoria de Jesucristo es suficiente para proveer la salvación a todos los que desde la libertad de su albedrío, y creyendo, le reciban como Salvador personal (Jn.1:12; Hch.16:31).
5.     Creemos que la justificación del pecador se hace sobre la base del sacrificio de Cristo y el derramamiento de su sangre inocente, (Rm.5:9; Ef.1:17; Hb.9:22), y que está confirmada por Su resurrección de entre los muertos, en forma literal y física (Mt.28:6; 1Pd.1:3).
6.     Creemos que el Señor Jesucristo ascendió al Cielo con su mismo cuerpo, glorificado, (Lc.24:39; Hch.1:9-10), y está sentado a la diestra de Dios como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado (Rm.8:34; Hb.7:25).
D.  El Espíritu Santo
1.     Creemos en la deidad y personalidad del Espíritu Santo (Hch.5:3-4). Que Él regenera a los pecadores (Tit.3:5) y mora en los creyentes (Rm.8:9). Que es el agente mediante el cual Cristo bautiza a todos los creyentes en Su cuerpo (1Co.12:12-14). Que es el sello mediante el cual, el Padre autentica que somos su propiedad y que garantiza la salvación de los creyentes hasta el día de la redención (Ef.1:13-14).
2.     Creemos que el Espíritu Santo es el divino Paracletos, quien en ausencia del Maestro, asume las funciones de Cristo, guiando, guardando, consolando y enseñando a los creyentes, iluminándoles el corazón y la mente, nutriéndoles y guiándoles a la verdad mediante la lectura, meditación y estudio de las Sagradas Escrituras, y ayudándoles en sus oraciones. (Jn.14:16, 18, 26; 16:13; Rm.8:26; 1Co.2:9-12).
3. Creemos que el Espíritu Santo es soberano en la distribución de los dones espirituales (1Co.12:11).
4.     Creemos que al comienzo de la predicación apostólica el Espíritu Santo, para confirmación de la Verdad del Evangelio, mostro su poder a través de sus siervos Mr.16:20; Hch.14:3; Hb.2:4; Y así fue que en la Era Apostólica el mismo Espíritu capacitó a ciertos creyentes para que hicieran señales, milagros y prodigios, Hch.5:12; 14:3; 15:12;
5.     Creemos, además, que mediante el influjo de ciertos espíritus inmundos, hombres perversos, en el pasado y hasta nuestros días, han obrado ciertos milagros mentirosos, como mentirosos y falsos serán los que obrará del anticristo. (1Co12:4-11; 2Co.12:12; Ef.2:20; 4:7-12; 2Ts.2:9; Mt.7:22; Ap.13:13-14; 16:14; 19:20).
E.   Ángeles y Demonios
1.     Creemos en la realidad y personalidad de los ángeles y que éstos son espíritus poderosos (Sal.10:320). Creemos que Dios creó los ángeles para que le sirvieran y hacerle sus mensajeros (Neh.9:6; Sal.148:2; Hb.1:14).
2.     Creemos en la existencia y personalidad de Satanás y los demonios. Satanás es el ángel caído que hizo que un gran número de ángeles se rebelasen contra Dios (Is.14:12-17; Ez.28:12, 15) Él es el gran enemigo de Dios y del hombre, y los demonios son sus agentes en sus inicuos propósitos. Satanás, junto con los ángeles que cayeron con él, serán castigados eternamente en el Lago de Fuego (Mt.25:41; Ap.20:10).
F.   El Hombre
       1.   Creemos que la primera pareja humana y a través de ella, toda la humanidad, existen por creación directa de Dios, y que tanto Adán como Eva fueron hechos a la imagen y semejanza de Dios, y así, todos los seres humanos (Gé1:26; 9:6; Stg.3:9).
     2.   Creemos que los seres humanos, sin importar su sexo ni su rango, el color de su piel, procedencia, educación o posición social, todos son iguales ante Dios. (1Co.11:11-12).
           3.    Creemos, que todos son iguales ante Dios, en dignidad; que sus bendiciones y obligaciones alcanzan y responsabilizan por igual a ambos sexos. 1Co.7:14; 1Pd.3:7. Gá.3:28; Col.3:11.
    4.  Creemos que tanto hombres como mujeres fueron dotados por Dios, de inteligencia, capacidades, habilidades y sentimientos, y todos por igual tendrán que rendir cuentas ante Él. Rm.14:12; Hb.4:13; 1Pd.4:5
          5.    Creemos, además, que el Creador asignó a hombres y mujeres distintos roles y funciones para su realización, en su medio social, familiar y eclesial, y que la diferencia y funciones de los sexos son complementarias. 1Co.7:14; 11:11
           6.    Creemos que la buena noticia de Salvación y vida eterna que Jesús proclamó, no discrimina a nadie, antes bien, todas las personas que libremente, con arrepentimiento y fe, acuden a Jesucristo, se les otorga gratuitamente el perdón de los pecados y la vida eterna. Rm.3:22-24; 1Pd.3:7
           7.    Creemos que la caída de Adán afectó a toda su descendencia, es decir, a la humanidad entera Rm.5:12, 19. Que la raza humana ha heredado de Adán una naturaleza inclinada al pecado (Rm.3:23); que todo pecado es una terrible ofensa al Dios tres veces Santo (Rm.6:23).  Que la humanidad está totalmente incapacitada para auto redimirse o remediar su estado caído, su condición pecadora y su alienación de Dios (Ef.2:1-5,12).
G.   Salvación
           1.    Creemos que la salvación es un regalo de la gracia de Dios mediante la fe en la Obra expiatoria que Jesucristo consumó en la Cruz (Ef.2:8-9).
            2.   Creemos que la muerte de Cristo logró completamente la justificación por la fe, y la redención del pecado. Cristo murió en nuestro lugar (Rm.5:8-9) y llevó nuestros pecados en Su propio cuerpo (1Pd.2:24).
                   3.    Creemos que la salvación es recibida por gracia solamente, por medio de la fe solamente, y en Cristo solamente. Las buenas obras y la obediencia son los resultados de la salvación, no requisitos para la salvación.
             4.    Creemos que debido a la grandeza, la suficiencia, y la perfección del sacrificio de Cristo, todos aquellos que en verdad han aceptado a Cristo como Salvador, tiene asegurada la salvación por toda la eternidad, y son guardados por Él con total seguridad. (Jn.6:37-40; 10:27-30; Rm.8:1, 38-39; Ef.1:13-14; 1Pd.1:5; Jd.1:24).
               5.    Creemos que al igual que la salvación no puede ser ganada por buenas obras, esas mismas obras meritorias tampoco son necesarias para mantener segura la salvación, que solo depende de Cristo, Rm.3:20, 28; 11:6; Ef.2:8-9  2Tm.1:9; Tit.3:5. Vidas transformadas y buenas obras es la evidencia y resultados inevitables de la salvación, Ef.2:10;  2Co.9:8; Col.1:10; Tit.2:7, 14, Tit.3:1, 8, 14; Hb.10:24, 1Pe.2:12.
H.  La Iglesia
           1.    Creemos que la Iglesia en su carácter universal es un ente espiritual, (único en el plan de Dios en esta dispensación). Que las para eclesiales, supra e infra eclesiales no tienen base bíblica, si bien Dios en su providencia divina, puede usarlas según sus sabios designios. Como ente espiritual, la Iglesia está compuesta por todos los creyentes nacidos de nuevo (regenerados), por el Espíritu Santo.
           2.    Creemos que la Iglesia nació y comenzó su andadura en el día de Pentecostés, Hch.2:1-4, y no se la puede confundir con Israel; la Iglesia no es la continuación del antiguo pueblo de Dios, puesto que Dios no ha renunciado a su Pueblo; su llamado, dones y promesas para con los Padres, no ha sido revocados, y Dios tiene previsto cumplir todas ellas en la descendencia de Israel. Rm.11:1-2, 26, 29; 2Co.3:13-16
               3.    Creemos que Cristo es Cabeza, Esposo, Señor y Salvador de la Iglesia, y consecuentemente ella es Cuerpo, Esposa y su sierva de Cristo. Ef.1:22-23; 5:23; 2Co.11:2; Ap.19:7-9.
         4.    Creemos que la Iglesia que Cristo está edificando, Mt.16:18, es un organismo vivo y espiritual, compuesto de todos los creyentes renacidos, contando desde Pentecostés, hasta el día en el que el Señor la tome para tenerla con Él por los siglos de la eternidad (1Co.12:12-14; 2Co.11:2; Ef.1:22-23; 5:25-27; 1Tes.4:16-17).
           5.    Creemos que las iglesias locales están integradas por grupos de creyentes supuestamente renacidos, que se congregan al Nombre del Señor en un lugar localizado de este mundo. Las iglesias locales son en sí un reflejo de la Iglesia Universal, aunque de forma imperfecta.
               6.    Creemos que el gobierno de las Iglesias Locales, según el N. T. debe ser plural y colegiado. Creemos que el N. T. ni contempla ni refrenda el gobierno unipastoral de las asambleas locales, más bien, siempre se indica una pluralidad de pastores, a modo de presbiterio o consejo de ancianos para ejercer un gobierno colegiado.
           7.    Creemos que es en el marco de la iglesia local y mediante el ministerio de los dones fundacionales que el Señor ha dado a la Iglesia, (Ef.4:11), los creyente son formados, equipados y perfeccionados para la obra del ministerio, (Ef.4:12). En las iglesias es donde sus miembros deben recibir todas las enseñanzas que Jesús entregó a sus discípulos, (Mt.28:20), y recibir así mismo las Escrituras que los Apóstoles han legado a la Iglesia, (2Tm.1:13-14; 2:2).
              8.    Creemos que en la comunidad eclesial los cristianos  son motivados a la obediencia, al amor, a las buenas obras, a testificar de Jesús como Señor y Salvador, y honrarle con vidas santas. (Hb.10:22-24).
           9.    Creemos que la Gran Comisión debe ser asumida como la misión principal de la Iglesia, y llevada a efecto por todos los creyentes, predicando al mundo el Evangelio de la gracia de Dios (Mt.28:19-20; Hch.1:8; 2Co.5:19-20).
I.     Las Ordenanzas
1.     Creemos que el Señor estableció dos ordenanzas para su Iglesia, el Bautismo, Mt.28:19; y la Cena del Señor en la que los creyentes participan de los elementos, el pan y el vino; Lc.22:19-20.
·       El Bautismo en agua y por inmersión para los discípulos que han creído en Él como Salvador personal, lo que excluye el bautismo de infantes y el supuesto perdón del pecado original. El acto bautismal es la señal con la que el creyente expresa su adhesión a Cristo como Señor, y se identifica con Él en su muerte y resurrección. Hch.2:41; Rm.6:3-5; Col.2:12.
·       La Cena o Mesa del Señor, o Partir el pan, en la que no se produce una supuesta transustanciación, y que los creyentes celebran para hacer memoria de su Persona, y proclamar su muerte en el Calvario, el derramamiento de Su sangre por cuya virtud Dios perdona todos los pecados del creyente en Cristo, y esto, hasta que Él venga a por su Iglesia.  (Mt.28:19-20; Hch.2:41-42; 18:8; 1Co.11:23-26).
J.     Las Cosas por Venir
           1.    Creemos en la bendita esperanza (Tit.2:13), referida al retorno inminente y personal del Señor Jesucristo para arrebatar a Sus santos (1Ts.4:13-18; Jn.14:3).
           2.    Creemos que Jesucristo retornará a este mundo con Majestad y gran Gloria, en unión de sus Santos redimidos. Será de forma corporal y visible, Hch.1:11; Mt.25:31, Ap.20:4, para establecer su anunciado Reino Milenial. (Zac.14:4-11; 1Ts.1:10; Ap.3:10; 19:11; 20:1-6).
           3.    Creemos en la resurrección corporal de todos los muertos, Dn.12:2; Jn.5:28-29. Los salvos en Cristo resucitarán primero, (a esta resurrección el Señor la llama “la resurrección de los Justos”, y “la resurrección de entre los muertos” y también se le llama, “la primera resurrección”, Lc.14:14; 20:35; 1Ts.4:16; Ap.20:5-6) para gozar con Cristo de una vida bienaventurada, gloriosa y eterna, en la Nueva Creación. Fil.1:23.
         4.    Creemos que en un segundo momento resucitarán los impíos impenitentes para juicio de eterna condenación en el Infierno, Lago de Fuego y Azufre, junto con el Diablo y sus ángeles (Dn.12:2; Mt.25:46; Jn.5:28-29; Ap.20:5-6, 12-13).
           5.    Creemos que las almas de los redimidos, al morir, están ausentes del cuerpo y presentes al Señor, donde aguardan su resurrección, cuando el espíritu, alma y cuerpo sean reunidos para ser glorificados y estar siempre con el Señor (Lc.23:43; 2Co.5:8; Fil.1:23;3:21; 1Ts.4:16-17).
           6.    Creemos que las almas de los incrédulos, tras morir, permanecen conscientes, en un estado de desventura, Lc.16:23, hasta que se produzca la segunda resurrección, o resurrección de condenación, cuando, en cuerpo y alma tendrán que comparecer ante el Gran Trono Blanco para ser condenados a perpetuidad en el Lago de Fuego, (Dn.12:2; Jn.5:29; Mt.25:41-46; Mr.9:43-48; Lc.16:19-26; 2Ts1:7-9; Ap.20:11-15).










¿Quiénes Somos?
 Algunos nos llaman los hermanos

 Cualquier observador inteligente de la historia del Cristianismo no le pasa inadvertida la gran divergencia que hay entre la enseñanza y práctica de la Iglesia primitiva y lo que se enseña y practica al día de hoy entre algunos que se llaman cristianos, pero que de hecho no siguen a Cristo.
Sin embargo, en el transcurso de la historia de la Iglesia el Espíritu Santo ha levantado hombres con discernimiento espiritual que han percibido agudamente el deterioro y a quienes Dios ha usado para redescubrir verdades perdidas durante siglos, para volver a la sencillez y la pureza de la doctrina dada una vez a los santos, y así regresar a la doctrina de los apóstoles.
En el siglo XVI Martín Lutero quedó atónito ante el abandono de la cristiandad primitiva, y su vigorosa protesta condujo a la Reforma. Lutero recuperó la gran verdad de la justificación por fe que descansa solamente en la muerte vicaria de Cristo. Los avivamientos evangélicos del siglo 18 bajo los hermanos Wesley y George Whitefield fueron, sin duda alguna, una obra del Espíritu Santo, pero ambos movimientos no alcanzaron a sacar a la luz mucha verdad clave que estaba enterrada bajo los ritos y la tradición.
En el siglo XIX el Espíritu Santo obró de nuevo. Sucedió paralelamente en diversas partes del mundo, distantes entre sí e independientes la una de la otra. Varios varones de Dios, muchos de ellos eruditos y teólogos, fueron levantados para promover verdades bíblicas y espirituales que habían quedado por descubrir, y yacían desatendidas por siglos. La mayoría eran hombres jóvenes poseídos de un afán vivo por volver a la Biblia y practicar lo que habían descubierto.
Sin embargo, uno debe tener presente que en toda época de la historia de la Iglesia hubo pequeños grupos perseguidos que se reunían en gran sencillez para adorar a Dios y testificar a los demás. Se percibe un hilo que corre a lo largo de los siglos, en lugares diferentes y con nombres diferentes. En cada caso la jerarquía eclesiástica que detentaba el poder intentaba destruirlos.
La gente que se conoce en algunas partes, mayormente de habla inglesa, como 'los hermanos' tiene su origen en un núcleo de varones jóvenes, la mayoría de ellos procedentes de familias aristocráticas, que se reunían en la lujosa villa de Lady Powerscourt, cerca de Dublín en Irlanda. En América Latina se les puso esta etiqueta, y otras más. Un domingo por la mañana en 1830, cuatro de ellos se juntaron en una casa para celebrar la cena del Señor. Su número aumentó paulatinamente, de manera que alquilaron un edificio donde realizaban sus reuniones para la adoración y la enseñanza de la Palabra de Dios. El líder era John Nelson Darby, quien por razones de convicción había renunciado a su cargo en la Iglesia de Irlanda.
Casi el mismo año un reverendo anglicano en la Guyana Británica, (ahora solo, Guyana), hizo lo mismo. Leonard Strong (apoyado poco tiempo después por un colega suizo) fue usado por Dios, no sólo en la salvación de muchísimas almas, sino en la constitución de una numerosa 'asamblea' regida por los mismos principios que se estaban descubriendo en Gran Bretaña.
Lo mismo estaba sucediendo en la ciudad de Plymouth al sur de Inglaterra. En poco tiempo, más de mil personas se estaban congregando en el nombre del Señor Jesucristo.
Se les etiquetó con el apodo de 'los Hermanos de Plymouth', y aún son muchos los que emplea este término, pero el deseo de ellos era ser conocidos simplemente como 'cristianos', según dice Hechos 11.26. Aproximadamente ochenta veces en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo y otros usaron la palabra traducida hermanos en el sentido de una familia cristiana cuyo Padre es Dios. Quiere decir que el nombre tiene buenos antecedentes. Así se es como se consideraban, una familia, y así se llamaban entre ellos, hermanos, sin distingos de jerarquía ni de reverendos.
Así mismo en Bristol, una ciudad inglesa, George Müller y Henry Craik eran los líderes en otra congregación de la misma clase. El nombre de Anthony Norris Groves se destacó mucho al comienzo del movimiento. Se le acreditan las sugerencias que encontraron su expresión en los principios bíblicos que definieron la forma en que aquellos creyentes desarrollaban sus reuniones cuando se congregaban en iglesia.
De este comienzo que parecía poco auspicioso, dio lugar a que muchos grupos proliferaron en Gran Bretaña, los Estados Unidos, Canadá, el Caribe y otros países de ultramar. En el continente europeo los hubo en Francia, Alemania, los Países Bajos, Escandinavia, Italia, España y Rusia. Muchas asambleas aparecieron en el valle de Río Nilo. Fue
notable la expansión en América del Sur a partir de los años 1880, especialmente en Argentina, Brasil y Venezuela.
África Central y Suráfrica han visto una bendición fenomenal. Frederick Stanley Arnot fue el pionero. Penetró en el corazón de África con el evangelio desde 1881 a 1886, antes de la ocupación colonial de los belgas y británicos.
El movimiento que comenzó en Dublín, Plymouth y Bristol en 1830 continuó en armonía mutua por casi veinte años pero en 1848 se dividió en dos. Darby, influenciado por sus antecedentes episcopales, inició una forma de gobierno eclesiástico centralizado que fijaba políticas, procedimientos y disciplina para cada individuo y congregación afiliada. Llegaron a ser conocidos como los exclusivistas.
Darby era un erudito, teólogo y lingüista brillante. Tradujo la Biblia de los idiomas originales al inglés, alemán y francés, y ciertas otras obras al italiano. Se le da crédito por haber recuperado muchas verdades bíblicas, especialmente en temas como las dispensaciones y las profecías. Pero su sistema de un control centralizado dio por resultado, con el correr de los años, sucesivas divisiones.
Por otro lado se les dio el apelativo de 'hermanos abiertos' a aquellos que se quedaron con Anthony Norris Groves y George Müller y practicaban los principios enunciados por Groves al comienzo, y persiste el deseo entre ellos de llamarse 'hermanos' sin h mayúscula.
Conviene delinear aquí cuáles son estos principios. Por cuanto toda asamblea es autónoma y no tiene ningún credo salvo la Biblia, puede haber muy ligeras diferencias de interpretación en ciertas áreas, pero el esquema general es como sigue:
En primer lugar los hermanos se ciñen tenazmente a las históricas doctrinas fundamentales del cristianismo: la Santa Trinidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo, coiguales y coeternos; la deidad esencial del Señor Jesucristo y Su auténtica humanidad impecable, Su muerte vicaria en la Cruz por el pecado, Su resurrección corporal y Su ascensión, Su ministerio cual Sumo Sacerdote a la derecha de Dios y Su regreso para reinar sobre la Tierra durante mil años literales. «Luego será el fin…, pues es preciso que Él Reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.» 1Cor.15:24-25
Creen en el cielo para los renacidos y el castigo eterno para quienes rechazan a Cristo. Respetan sin reserva alguna la inspiración plena y, en consecuencia, la absoluta fiabilidad de las Sagradas Escrituras en los escritos originales.
Pero además de todo esto procuran enfatizar y practicar una serie de doctrinas que a su entender creen que fueron olvidadas o corrompidas:
  1.  La Iglesia del Nuevo Testamento se llama el Cuerpo de Cristo y tiene una sola Cabeza, el Señor Jesucristo. Todo creyente renacido es un miembro de aquel Cuerpo, el cual tuvo su inicio en Pentecostés y será consumado en el arrebatamiento.
  2. La iglesia local se compone de creyentes renacidos que se congregan en el Nombre del Señor Jesús, desconociendo cualquier título denominacional, ya que esto la ubicaría en terreno sectario y sería una negación de la verdad del cuerpo único. La iglesia de una determinada localidad es autónoma, responsable a la Cabeza que es el Señor Jesucristo, quien ha prometido en Mateo 18:20 estar en medio de los congregados en su Nombre. Hay una buena comunión con otras asambleas o iglesias locales, pero no hay ninguna confederación.
  3.  La iglesia local está gobernada por una pluralidad de ancianos con autoridad delegada de la Cabeza exaltada. El Nuevo Testamento no reconoce una casta clerical ni el ministerio de un solo hombre. El Espíritu Santo forma a los ancianos, Hechos 20:28.
  4.  El sacerdocio de todo creyente; a saber, que cada uno es un sacerdote santo para la adoración y un sacerdote real para el testimonio; 1 Pedro 2:5, 9. Esta Escritura excluye la idea de cleros y laicos. Hay una maravillosa libertad para la adoración y el ministerio guiados por el Espíritu Santo.
  5.  El papel desempeñado por las mujeres contempla su silencio en la iglesia local en lo que se refiere a la enseñanza pública; 1 Corintios 14:34, 1 Timoteo 2.11-15. Su sujeción en este sentido se evidencia por guardar la cabeza cubierta, 1 Corintios 11.1-16. Con todo, su esfera de servicio es sumamente amplia, tanto en el hogar como entre otras de su propio sexo; Tito 2:4.
  6.  El bautismo es por inmersión y para creyentes solamente, basado en una confesión pública de fe.
  7.  Se reconoce la importancia y la centralidad del partimiento del pan, celebrado cada primer día de la semana, tal y como lo hacía la Iglesia Primitiva. Nunca hay un coordinador ni ancianos encargados: estos reconocen el señorío de Cristo y la soberanía del Espíritu Santo para guiar en la adoración y la exposición de la Palabra.
  8.  Las Sagradas Escrituras requieren una interpretación dispensacional. Es esencial distinguir entre el llamamiento terrenal de Israel y las promesas para esa nación en el Antiguo Testamento, y por otro lado el llamamiento celestial de la Iglesia en el Nuevo Testamento.
  9.  La gran mayoría de estos creyentes en Cristo cree y enseña que el Señor Jesucristo arrebatará la Iglesia antes de la tribulación que desatará el Anticristo y del reino milenario de Cristo en la tierra, respectivamente.
  10.  Las asambleas de estos hermanos siempre se han caracterizado por una evangelización proactiva en el vecindario e internacionalmente. Se ha dicho que, en relación a su número, estas cuentan con más misioneros en los diversos continentes del mundo que cualquier otro grupo evangélico. Éstos entran en el servicio evangelístico a tiempo completo sin ninguna remuneración convenida, contando solamente con Dios para suplir sus necesidades y sus medios.

Posiblemente estos principios parezcan idealistas e imprácticos en este mundo moderno, pero el caso es que miles de siervos de Dios en los últimos ciento setenta años han demostrado en la práctica que la obra de Dios llevada a cabo en la manera que Dios manda puede contar con la bendición de Dios.
En la redondez del globo se encuentra un gran número de congregaciones que se rigen por las convicciones reseñadas arriba. Sus locales ("salas bíblicas" o "capillas") están en grandes ciudades y en pueblitos, en países industrializados y en el Tercer Mundo, en ambientes académicos y en desiertos. Puede que su membresía sea numerosa o reducida, pero son congregaciones independientes la una de la otra y a la vez dependientes todas de la dirección divina procedente del Espíritu Santo. Ellas actúan en armonía entre sí prosiguiendo los mismos fines, teniendo las mismas aspiraciones y deseando cada cual honrar al Señor conforme a las Sagradas Escrituras.
Antes de su conversión, el típico hombre de la calle concebiría estas capillas de la misma manera que pensaría de los locales de las sectas heréticas. Posiblemente ha leído el detalle de sus cultos colocado en la entrada, que informa del horario para las diferentes actividades, como la cena del Señor (o 'el partimiento del pan'), la oración colectiva, el estudio bíblico y la predicación del Evangelio, notando que la lista difiere de la de una típica 'iglesia' vecina.
Posiblemente haya visto a los creyentes entrando y saliendo del local y se ha preguntado cómo podrían encontrar algo interesante en aquellas reuniones. Si hubiera visto más de cerca, se hubiera dado cuenta de que en todo el quehacer de esas personas hay una verdadera devoción al Señor. Hay también un marcado y reverente interés en la Palabra de Dios que les orienta en sus reuniones y en las actividades fuera de su iglesia, como también un celo que fija prioridades en la familia, el empleo y otras esferas.
Como principiante en el camino del Señor, nuestro recién convertido entra en contacto cercano con lo que, antes de ser salvo, apenas había observado de lejos de cuando en cuando. Se da cuenta de que las verdades evangélicas del Hijo de Dios, su sacrificio, resurrección y ascensión, y la necesidad del arrepentimiento, la conversión y la fe en Cristo se encuentran en la Biblia.
Se ha comprometido con esta fe que trata de vivirla día a día, y no solo con vista a la eternidad. Ahora, cual nueva creación en Cristo, debe avanzar a abrazar otras verdades encontradas en las Escrituras, tales como el bautismo, la comunión y el servicio. Debe ir soltando el lastre de las viejas ideas religiosas, y asimilando las que tienen su origen en la Palabra de Verdad que está leyendo día a día. También Su estilo de vida cambia, señal visible de la presencia de Cristo en él. Se hace consciente de que debe examinar su conducta, prioridades e intereses, y ver si se acompasan con la comunión con otros creyentes de mayor experiencia, madurez y santificación cristiana. El proceso de transformación puede resultar duro, pero ve que le trae gran bendición cuando rinde su vida a Cristo, diciendo, 'Señor, ¿qué quieres que yo haga?

Observando una asamblea local de hermanos que andan a la luz de las Escrituras, se nota que hay un orden de reuniones periódicas con vista a que los hermanos no dejen de congregarse como algunos han tomado por costumbre, Hebreos 10:25.
Dependiendo de las circunstancias del caso y las oportunidades que se pueden aprovechar, se predica el Evangelio valiéndose del talento que hay en el seno de la congregación y también de evangelistas que vienen de visita. En a la vida de la iglesia, los hermanos perseveran en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones, según Hechos 2:42.
En la asamblea se promueve y facilita el desarrollo de los dones, ya que la promesa es que el Señor dota de ellos a 'cada uno', Efesios 4:7.
Se reconocen ancianos o supervisores a quienes Dios ha asignado esta responsabilidad en la asamblea. Cual pastores de la grey, estos guían el servicio a Dios y ejercerán la disciplina que sea necesaria. Hay mucha ayuda mutua en el seno de la membresía, reconociendo que el creyente debe hacer bien a todos, en especial a los que son de la familia de Dios, Gálatas 6:10.
Se estudia la Palabra de Dios en sus aspectos históricos, típicos, poéticos, proféticos, eclesiásticos, morales, doctrinales y, desde luego, en su presentación del Señor Jesucristo. Se apoya la obra misionera, ocupándose en oración por sus testimonios acerca de 'cuán grandes cosas ha hecho el Señor con ellos', como dice Hch.14:27. No se toleran herejía ni doctrina falsa, tampoco las prácticas que no estén acordes con la Biblia.
El nuevo creyente se dará cuenta que los 'los hermanos' son así, y que procuran ajustarse a ese Patrón bíblico. Esta fe y práctica ha conquistado los corazones de muchos hombres y mujeres fieles; buena parte de sus vidas giran en torno de un testimonio como este, sabiendo que agrada al Señor y glorifica su nombre.
Algunos han oído el llamado de Dios para ir al campo misionero; otros se han dedicado a su obra a tiempo completo en su país de origen. Pero la mayoría sirve al Señor donde está fuera de sus horas laborales, bien entre jóvenes, ancianos, enfermos, o en la predicación y enseñanza pública del evangelio y la Palabra de Dios, no pocas veces con gran poder como habilitados por Dios mismo, mientras que otros laboran sin ser vistos por sus prójimos, atendiendo a las necesidades ocultas de muchas almas.


Traducción: Desconocido. Adaptado para la webs "Conforme al modelo" y "Grata Certeza", por el editor de las mismas.

Autores del texto original: T. E. Wilson y John Heading, de la serie de libros That the world may know, publicada por Echoes of Service, Bath (Gran Bretaña). NOTA: Para uso de este texto adaptado, se ruega que se cite la fuente. Gracias.

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